Un incendio me crece en la garganta, pero cuando abro la boca nada sala de entre mis labios. Entonces, ese incendio se convierte en algo. Una bola viscosa negra se acumula en mis entrañas. La cosa crece día a día. Me quita el hambre, el sueño y el sentido. No importa cuanto intente sacarla de mi organismo, se clava a mi carne con uñas y dientes como si solo una de nosotras pudiese salir viva.
Me digo, cada mañana, que esa cosa que habita en mi estómago no tiene vida y no importa cuanto lo repita frente al espejo, sé que estoy mintiendo. Algo me consume desde adentro. Solo hace falta una chispa para encenderlo. La viscosidad me araña la piel y hace que me crujan los dientes. Cuando alguien me habla, quiero gritarle como respuesta. Cuando alguien me toca, quiero golpear su mano. Cuando alguien me ve, no puedo evitar voltear los ojos. Lo único en lo que puedo pensar es en lo enojada que estoy.
Quiero vomitar a la cosa que vive aquí adentro. Quiero arrancarla de mi piel. Quitarle la vida con mis manos, pero por más que intente gritar no puedo. El fuego se consume a si mismo antes de salir de mi boca y se convierte en la cosa viscosa. Se acumula y acumula; atrás de mis ojos, debajo de mis uñas, en medio de mis dedos, la viscosidad se convierte parte de mi cuerpo. El enojo se transforma en ira y yo, yo solo quiero gritar. Necesito gritar.
Hasta que una mañana por fin lo hago.
Cuando abro mi boca, a la espera del silencio, la viscosidad se cuela disparada de entre mis labios y llena a todos. A todo. Incluso a personas que amo. De repente, mi enojo nubla todo lo que conozco. Ahí escupido, puedo ver como mancha a mi hermana, a mi abuela, a mi madre, a mi padre, a mis amigos, a mí. Veo mis manos y la viscosidad las cubre.
Doy asco, pienso, pero ¿por qué se siente tan liberador?
Soy mala persona, pienso, pero ¿por qué no me siento mal?
Ahí cubierta de mi ira me doy cuenta de algo: Estoy jodidamente enojada.
y sonrío. Por primera vez, sonrío
La ira en la cultura pop
La rabia ha sido una emoción históricamente recriminada para las mujeres. Crecemos siendo educadas para ser dóciles, delicadas, sumisas, negociadoras. Nunca para enojarnos, nunca para llevar la contrario mucho menos para maldecir.
Así aprendemos desde temprana edad que las mujeres que habitan el enojo son histéricas, locas y complicadas. Entonces, aprendemos a callar al enojo o a simplemente guardarlo al fondo de nuestra garganta. Hasta que un día explotamos.
Quizás por ello, en los últimos años, se ha popularizado el término “female rage” o “rabia femenina” en la cultura pop. Desde películas como Promising Young Woman (Emerald Fennell) hasta libros como Gone girl (Gillian Flynn), cada vez es más habitual (y bien recibido) ver la representación de mujeres gritando en una pantalla porque, de alguna loca manera, nos brinda comprensión.
Entonces, ¿Por qué causa tanto impacto y revuelo ver a mujeres enojadas?
Justamente por eso, porque el enojo NO es una emoción “natural” para las mujeres. Así como se nos ha enseñado que el enojo es habitual para los hombres también se nos educa para pensar que la vulnerabilidad es intrínseca de las mujeres. Ambas creencias nos han dañado y solo empujan narrativas que nos condenan.
Es por ello que ver a Mia Goth en Pearl (2022) gritando porque no es suficiente o a Brendan Freser en The whale (2022) mientras llora abiertamente, causa tanto impacto porque retan narrativas sociales.
“Women are born with pain built in” - Fleabag.
La movilización del enojo
Es impensable para las mujeres habitar el enojo o la violencia, lo cual es irónico porque las mujeres somos, de hecho, objetos de ambas, pero tenemos prohibido ser sujetos que se enojan, gritan y dañan.
Es por eso que quizás gritar es tan liberador porque nos permite cumplir un deseo: ser escuchadas y tratadas como seres merecedores de atención.
Gritar porque estamos malditamente enojadas.
Nunca lo suficiente. Siempre demasiado amistosa o enojada. Demasiado gorda o flaca. Ni hablar de la calle. Llaves entre los dedos, un número de emergencia a la mano, nunca salir en ropa “provocativa” porque después dirán que te lo buscaste. Aunque en realidad no importa porque siempre lo dirán de todas maneras. Aunque sigas todas las reglas, nunca es suficiente. Te equivocas una vez y ya estás perdida. Te equivocas dos y te devorarán viva. Ni siquiera pienses en una tercera oportunidad. Demasiado limpia y luego muy desordenada. Las chicas cool son relajadas, pero no tanto porque tienes que ser atractiva. Tampoco demasiado porque entonces serás fácil y nadie ama a una cualquiera, pero tampoco a una sin experiencia. Así que aprende a nunca ser suficiente porque nunca lo serás. Hagas lo que hagas. Sonríe.
Entonces, gritas.
Gritas porque estás cansada de tener miedo de la calle, de tu casa, de tu cuerpo. Gritas porque cada día hay una nueva chica asesinada, violada o desaparecida. Gritas porque pudo ser tu hermana o tu madre o tu amiga. Gritas porque pudiste ser tú. Gritas porque estás harta de las dietas y de vivir peleada con tu carne. Gritas porque, aún en pleno siglo 21, debes esforzarte el triple que tus compañeros hombres. Gritas porque hay niñas que son madres. Gritas porque una mujer está en la cárcel por decidir abortar. Gritas porque todo es muy injusto y todo a veces es demasiado.
La viscosidad abandona tu cuerpo. El grito te libera. La ira te mueve.
Abre la boca y grita.
Espero la carta de hoy te haya gustado. Estas dos semanas he navegado el enojo y si algo he aprendido es que la ira también moviliza. Cuéntame en los comentarios, ¿Qué te pareció esta carta?
Con amor, Blanca.
Grito porque mi cuerpo me pesa, porque no me entienden, porque siento que no soy suficiente. Grito por no ser la más bonita ni la más inteligente, y por esos días en que todo se siente como una lucha. Grito porque a veces me siento invisible, porque aunque me esfuerzo, parece que nunca es suficiente. Grito por el cansancio de no encajar, de no ser lo que esperan de mí. Gracias por este hermoso ensayo Blanca :)
Creo que nunca había podido describir esa ira incontrolable, que sentía cada tanto dentro de mi, hasta que leí esto y pude darle un sentido y casi que un nombre.
La manera en la escribes me ha ayudado a entender muchos de mis sentimientos y solo queria decirte que admiro tu trabajo, lo que escribes es arte y tú una artista increíble.