Me estoy convirtiendo en una mujer y nada de lo que mi madre me dijo me preparó para ello.
Ser adulta solía parecer algo lejano. Algo que se me escapaba de las manos y de la punta de la lengua. Extraño. Bizarro. Aun así, quería ser una. Quería ser como mi madre y, a veces, quería ser cualquier cosa menos ella. No porque fuera o sea una mala madre, sino porque renunció a su propia historia por mí, y no puedo soportar esa verdad.
Esa también es la realidad de convertirse en mujer. Te acostumbras a renunciar a tus sueños y, si no lo haces, te conviertes en la otra mujer, la mala, y nadie quiere ser ella ni siquiera yo.
Crecer es un recordatorio de las relaciones que tienes. Cuanto más crezco, más me parezco a mi madre. Cuanto más crezco más atesoro los dolores en mis bolsillos, más desilusiones atraigo a mi hogar, más expectativas pongo sobre mis hombros.
Ese es el precio que pagas, dice mi madre, crecer es doler.
Ese es el problema. No quiero este sufrimiento, mamá.
¿Por qué no me dijiste que crecer dolía tanto?
Quiero conocer el mundo, mamá, y volar a tierras lejanas, pero mis pies no se mueven.
Quiero hacer un hogar en mi cuerpo, pero mi cuerpo es un bosque en llamas, mamá, y no sé como apaciguar el fuego. Entonces, me quedo quieta a la espera de que vengas y no lo haces.
He aprendido a morder, mamá, y ni siquiera sé porqué lo hago. Cuando una mano quiere ayudarme, la muerdo. No quiero morder. Solo estoy cansada de esperar lo peor de todos, supongo.
En mi adolescencia solía avergonzarme de darte la mano porque eso no era cool, ahora solo quiero que me arrulles entre tus brazos, me mientas y digas que todo estará bien, aunque quizás nunca lo esté.
Crecer es doler, pero es mejor sentir dolor a sentir nada, me recuerdas.
El miedo me rompe los huesos, mamá, y por primera vez no sé qué hacer con él. ¿Puedes, por favor, sostener al miedo un rato?, prometo volver por él. Solo quiero descansar sin pensar en el mañana o el hoy. Sin cuestionar mis pasos o lo que estoy a punto de decir.
Mamá, estoy cansada de habitar un mundo que se siente como un laberinto y yo lo único que quiero es regresar a tu vientre. A cuando éramos una sola.
Gracias por leerme cada domingo. El texto de hoy es corto, pero no por ello menos lleno de amor. Ojalá conecte contigo. Te abrazo a la distancia.
Con amor, Blanca.
Algunas cosillas que te pueden interesar
El reto de relatos de terror comienza el 21 de octubre en el club de Patreon, aún puedes unirte. Presiona aquí
El próximo domingo 27 de octubre estaré impartiendo un taller de escritura creativa inspirado en The Tortured Poets Department de Taylor Swift y aún puedes inscribirte. Mira toda la info aquí


Que bello. Cada vez que encuentro a mi mamá en mí me asusto, pero supongo que es parte de la vida🫰
Bellísimo, Blanca. Me ha encantado y me ha resonado tanto! Dejar de ser niña y entrar en la adultez duele, crecer duele, y no nos damos cuenta de lo fácil y bonito que era cuando estaban ellas sosteniendonos, cuando solo se nos pedía que sacasemos buenas notas. El peso del mundo sobre sus espaldas. Solo ahora conocemos el sacrificio que supuso para ellas, porque nosotras empezamos a hacer sacrificios parecidos. Pero es bonito poder verlo. Cuando éramos niñas las amábamos de una manera, pero ahora que las conocemos mejor las amamos de otra, quizá más profunda. Gracias 💜 M.