Papá, he sido dura contigo. He hecho de tu rol tu nombre y a veces olvido que detrás de tus ojos solo hay un hombre. No un Dios. Un hombre que se equivoca e intenta. Un hombre que también tuvo mi edad y tuvo sueños. Un hombre que se enamoró de la vida y a quién también le fallaron. Un hombre que transformó al dolor en oportunidades.
Hoy te veo como quién deja de ver hacía arriba y, de repente, se topa frente a su reflejo solo con bajar la mirada. Es raro aceptarlo. Es extraño aceptar que puse un peso más sobre tus hombros: el de la expectativa, el de la perfección.
Mientras más crezco más preguntas encuentro:
¿Tenías miedo al convertirte en padre?
¿Qué fantasmas te persiguen en el silencio?
Mientras más crezco, también, me encuentro observándote fuera de tu rol. Un hombre que fue niño. Un hombre que fue un adolescente rebelde. Un hombre que es hermano. Un hombre que es hijo. Un hombre que existe fuera de mi existencia.
Papá, mientras más crezco más comprendo tu miedo. Me aterra traer a un ser humano al mundo solo para que alguien pueda lastimarlo. Me aterra, papá, dejar que un hombre me ame porque no quiero que me rompan el corazón y me dejen. Me aterra casarme y no ser feliz.
¿Y si me equivoco?
¿Y si mis hijos me suben a un altar como yo lo hice contigo?
Recuerdo, de pequeña, juntar las manos y entonar un rezo a orillas de mi cama solo para pedir por ti. Dios, cuida el corazón de mi papá. Dios, haz que papá sonría. Dios, ¿por qué castigas a mi padre?
Dios.
Dios.
Dios.
Ahora me doy cuenta que quizás nunca me referí a un Dios en el cielo, omnipotente y omnipresente. En cada plegaria, te nombré Dios, papá.
Dios no se equivoca y tampoco tú.
Ahora me doy cuenta del daño que te hice al nombrarte Dios. Tú, solo un hombre.
Ahora me doy cuenta del daño que me hice al nombrarte Dios, papá. Al subirte al altar solo te idealicé. No me di el espacio ni el tiempo de conocerte. Hoy no sé tu color favorito ni las historias de tus primeros amores. Hoy no sabes el porqué de mis apodos ni el nombre de mi flor favorita.
Buscando a Dios me di cuenta que en realidad te he buscado a ti. Siempre a ti.
Así que aquí estoy frente al altar. Ya no quiero que te sacrifiques por mí.
Baja, por favor.
Hoy te bajo del altar, papá.
En muchos países hoy es el día del padre; una fecha compleja por sus matices y ausencias, pero también por todo el amor que en ocasiones no sabemos dónde verter.
Escribir es una oportunidad para hacer tangible lo que sentimos, sea cómodo o no, sea un secreto o no. La escritura viene a enseñarnos a ser humanos.
Este sábado 21 de junio inicia nuestro reto intensivo de escritura. 7 días para escribir sobre el padre. 7 días para indagar en nosotras y transformarlo en poesía. Cada día recibirás, el grupo de WhatsApp y al correo, un ejercicio de escritura con material extra. Para finalizar el reto tendremos un taller de escritura de cierre.


Esta es tu oportunidad para soltar, nombrar y transformar lo que sientes. En el club no estarás sola, estarás acompañada por más de 50 mujeres de toda Hispanoamérica.
Ojalá conectar contigo por allá.
Con amor, Blanca.
“Un hombre que existe fuera de mi existencia”. Me encantó. Profundo pero simple. Pena y redención.
Muy sentido y hermoso. Creo que, a medida que crecemos, somos consientes de que nuestros padres fueron personas como nosotros y que el título de paternidad no te hace escapar de los errores que comete cualquier persona. Si bien hay cosas que pudieron hacerse mejor, probablemente a ellos les sucedió lo mismo con sus padres y así sucesivamente hasta el inicio de nuestros linaje. Cuando vemos desde el amor y la vulnerabilidad, todo cambia.