Nunca me he enamorado realmente, pero sé que el amor existe porque existo yo y yo sí que sé amar. La cosa con el amor es que no sabe de tiempos ni de espacios. Llega, incluso cuando una no sabe recibir amor. Así sin pedir permiso, como un torbellino arrasa con todo lo que creemos comprender y luego cultiva tierras llenas de flores. Amapolas. Tulipanes. Claveles.
Lo extraño del amor es que está en todas partes, solo que a veces tenemos miedo de verle a los ojos, entonces pensamos (como yo) que no existe. Cuando en realidad, el amor vive aquí en todas partes al mismo tiempo. Esperando.
Y si existe en todas partes entonces ya le conocí. Sé que el amor existe porque mi abuela me ha mecido entre sus brazos. Sé que el amor existe porque mi mamá me preparada una comida especial cuando estoy triste. Sé que el amor existe porque mi papá investiga cada tema que me interesa para discutirlo mientras cenamos. Sé que el amor existe porque existen mis hermanos. Sé que el amor existe porque existen mis amigas. Y el arte y la poesía y la música y el cielo.
La verdad es que tengo más razones para creer en el amor que para no hacerlo. Cada día es una nueva oportunidad para agregar una más a lista.
El amor está a mi alcance
Antes, solía pensar que el amor no quería tocar mi puerta porque nos han enseñado a asociar al amor con el romance y definitivamente no he tenido mucha suerte en el amor romántico. Pero, no lo es todo, es apenas un poquito de todo el amor que puede visitarnos.
El amor está a mi alcance porque el amor ya vive en mí. Es la forma en la que decido habitar el mundo, verlo y experimentarlo. Es la única forma en la que sé respirar. Desde que lo acepté pude ver, por fin, todo el amor que me estaba conformando. Una también puede enamorarse de la vida, de su familia, de sus amigues, del arte y de una misma, porque amar es decidir cada día quién somos y qué entregamos al otro de nosotros mismos.
Eso es lo hermosamente trágico del amor. La capacidad que nos otorga de decidir. Una decide a quién ama, pero una no puede decidir si ese amor es recíproco. Eso es lo trágico. Aunque lo es aún más entregar todo el amor que somos hasta quedar vacíos.
Amar también tiene límites
Nos han enseñado que el amor todo lo puede, todo lo sabe y todo lo gana. No siempre es así. A veces el amor no puede, no sabe y no gana. También tiene límites. Los mismos que tenemos nosotros.
Si el amor soy yo, entonces me niego a doler en su nombre. Tú también deberías de hacerlo.
El amor vive. No lo olvides, por favor.
Con amor, Blanca.
He amado tanto leerte, lo hice en voz alta, cómo se lee lo qué nos toca el alma, y a pesar de estar con el corazón roto, sentí todo el amor con tus palabras.
Gracias!
Que bello, al leerte pude recordar cada uno de los momentos que he tenido con mis amistades y familia y que no he sabido valorar. Muchas gracias por plasmarlo.